1.9.07

Conteo premilinar: 24 cadáveres




Por Pedro Díaz G.
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Arizpe, Sonora.-- Todo empezó en Cananea, sobre la carretera 89 que conecta con la 15 hacia Nogales, al Norte de Sonora: un comando a la usanza miilitar logró someter a la policía de esta ciudad minera y, sin realizar un solo disparo, con movimientos precisos y estudiados, sacaron de su casa, aún en calzoncillos, al empresario zapatero José Villela López.
Su destino inmediato: una pick up último modelo.
Su estatus: “levantado”.
Esto es la guerra. Ya no hay duda, pues no sería el único “levantón” de la tarde, al menos seis civiles más, e inclusive cinco policías fueron sometidos por el comando armado de aproximadamente 20 vehículos, con unos 50 hombres con fusiles de alto poder. Dos de los civiles y los cinco policías, que patrulaban la ciudad, fueron ejecutados de inmediato.
Próspera jornada para los sicarios del Cártel del Golfo, según indican las autoridades al hablar de los presuntos responsables: primero levantaron a dos policías en El Puerto, módulo perteneciente a la comisaría de Cuitaca, a quienes arrojaron a un barranco después de torturarlos. No murieron, pero se debaten en el hospital.
Los otros cuatro civiles, entre ellos dos mujeres menores de edad, tuvieron mejor suerte: fueron liberados a salvo, pues hacia las dos de la tarde, policías estatales y pistoleros se enfrentaban enm un rancho ubicado entre Arizpe y la comunidad de Buena Vista. Demasiado tarde.
Se quejaría el gobernador Eduardo Bours Castelo: “Es inaceptable. Lo que pasó en Cananea es a todas luces inaceptable: que un grupo armado recorra 400 kilómetros y no se tenga reporte hasta que los ubican agentes de la Policía Estatal Investigadora y después de eso empezar a reaccionar, se necesita inteligencia de avanzada, porque en esta ocasión falló.
Entregaba armamento a los policías de Ciudad Obregón, cuando el gobernador debió insitir: los sujetos armados transitaron por carreteras federales, y los encargados de vigilar esa área nunca vieron nada.
Cinco horas, 300 minutos de balazos después, un conteo preliminar: de acuerdo con el Procurador de Justicia del Estado, Abel Murrieta Gutiérrez: 15 presuntos delincuentes muertos sin ninguna baja de elementos estatales.
Pero el número de cadáveres en Arizpe sería, al final del tiroteo, de 24 en un sólo día, pues la Policía Estatal Investigadora encontró los cuerpos de dos sicarios más a un kilómetro del lugar donde ocurrió el enfrentamiento.
Y podría aumentar, pues hay versiones de que en la parte alta de la sierra cercana a Arizpe, en helicóptero detectó nueve cuerpos más de sicarios abatidos.
Informó el procurador que hacia la madrugada otro grupo de delincuentes logró escapar y siguió avanzando por la sierra, por lo que tuvieron que suspender la persecución para esperar la luz del día y no exponer más a sus elementos; que en el arsenal asegurado se contabilizaron 13 vehículos, más de 100 armas largas y equipo de radio comunicación; y que, aunque hasta el momento no se habían identificado a todos los sicarios, “eran originarios de los estados de Chihuahua, Estado de México y Tamaulipas”.
Horas más tarde, y aún con el ambiente impregnado de muerte, arribarían al norte de Sonora alrededor de cien agentes de la Policía Federal Preventiva.
Todavía olía a pólvora, y alardeó Eduardo Bours:
“Hoy se dieron cuenta que tenemos capacidad de respuesta, pero necesitamos inteligencia para la prevención. Al no tener informes de lo que pasaba por las carreteras, tenemos claro que hay una enorme falla, y es falla de las gentes que deben vigilar las carreteras; es clarísimo. No obstante, en ningún estado han tenido respuesta como la que tuvimos en Sonora”.

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