30.11.07

Dos voces perdidas en la cumbre


Tuve la fortuna de conocerles. De saber sus sueños, sus metas, sus más acendrados miedos. Es uno de los privilegios de ser rteportero: el acercamiento con la gente. Ellos fueron al Himalaya y la montaña los devoró. No se olvidan. Desde aquí, un pequeño homenaje.

Andrés, Alfonso y el Himalaya

Sus cuerpos están extraviados en la cordillera. A pesar de la intensa búsqueda de autoridades, compañeros y familiares, el mal clima impide seguir su rastro hasta el próximo mayo. Desde algún punto perdido del Himalaya se les ha dado por muertos. Pero para Andrés Delgado y Alfonso de la Parra el riesgo no era cosa nueva. Acostumbrados a ascender montañas durante varios lustros, ambos fueron de lo mejor en México. Habían enfrentado al peligro. Tenían muy clara la posibilidad de no volver. “Seguro allá morirías en paz contigo mismo”, repetía Alfonso. “Estoy en un círculo de vida-muerte-cumbre-montañas”, filosofaba Andrés. En 1997 hablaron de retos cumplidos; de una existencia dedicada a su pasión: escalar; de la amistad y la cooperación; de lo que les significaba la conquista de una cumbre…y en eme-equis los recordamos con eterna admiración

Pedro Díaz G. *

pedrodiazg@eme-equis.com.mx

(Texto sin editar)

Donde no vuelan los pájaros. El Everest.

“...Allá arriba, rumbo a la cima, se vive la verdadera y más absoluta soledad”.

Andrés Delgado, joven de 27 años, se refiere así a la cumbre más elevada del planeta. Es uno de los mexicanos que han escalado esta montaña en la cordillera del Himalaya.

Pero en su más reciente ascenso, a la montaña Changabang, junto con Alfonso de la Parra, los alpinistas mexicanos desaparecieron. Se perdió toda comunicación con ellos y ya para el 4 de octubre no había señal alguna, huellas, vestigio de caídas, o rastros de avalanchas que les hubiesen atrapado.

Apenas una cámara fotográfica de Andrés, el pasaporte de Alfonso, un poco de equipo de escalada y ropa. Pero de los extraviados en el Himalaya, nada.

La Fuerza Aérea de la India realizó incontables sobrevuelos en helicópteros para rastrear a los mexicanos. La búsqueda terrestre inició el 29 de octubre, con los elementos de la Indo Tibetan Border Police, quienes buscaron exclusivamente en la cara Norte del Changabang.

Pero nada.

Del Everest escribió el italiano Reinhold Messner, de los primeros alpinistas en conquistar su cumbre (20 de agosto de 1980, cara Norte, ascenso en solitario) la definió como “el sitio de la blanca soledad que alimenta al espíritu y lo enaltece”.

El Everest es también la Sagarmatha (en sánscrito: Diosa Madre del Mundo), montaña a la que los lamas del Tíbet han bautizado desde siglos atrás, además, como Chomolungma, Diosa Madre del País, que en tibetano suele traducirse como Lugar donde no vuelan los pájaros.

Pero sobre todo, El Everest es una y a la vez muchas montañas; tantas como seres humanos sean capaces de ascenderla. Porque cada uno vive su propio Everest y el orgullo se siente diferente en cada historia. Al regreso las anécdotas se vierten incansables en una perfecta espiral que suele volver al mismo punto: han ido hasta el Himalaya, Benedetti dixit, a llenarse de cielo los pulmones.

Poseían la experiencia. Alfonso conquistó el Everest en 1992 y Andrés en 1997. Pero en esta aventura, al norte de la India, enfrentaron una nevada y hoy sus familiares les han dado por muertos: Pero en esta charla, realizada en 1997, ambos personajes se retratan como parte de la montaña; hablan de riesgos y de muerte; narran sus vivencias. Vibran. Así pensaban; de esta manera sentían los alpinistas que nunca volverán.

El Himalaya. Aquí, un retrato pintado por quienes, todo lo indica, se han ido. En eme-equis, con respeto y admiración, recordamos sus vivencias.

* * *

Dice Alfonso de la Parra, a quien La Montaña se le dio como inesperado regalo de cumpleaños el 9 de octubre de 1992:

“Al caminar por sus largas pendientes congeladas, escalando y sobreponiéndote a cada instante del riesgo, observas cómo, a lo lejos, puede verse un hombre. Es apenas un pequeño punto en este universo de hielo y colores que se entremezclan al amanecer. Piensas: aquel pequeño punto a la distancia, tan pequeño, tan insignificante, puede, con sólo apretar un botón, acabar no sólo con esta hermosa cordillera, sino con todo el planeta. En eso, entre muchas otras cosas, pensaba al escalar el Everest.

“Y en que la vida es un instante, un soplo. Y ya en la punta reflexionaba: en este momento soy el ser humano que esté parado más alto que otro ser humano en la tierra; qué‚ tan insignificantes somos en el mundo y cómo lo complicamos: smog, tráfico, el banco, y que si los asaltos y las facturas... Y miles de problemas. ¿Cómo es que hacemos un mundo de enredijos, de caos que solamente existe dentro de nuestra cabeza? En eso pensaba”.

Alfonso de la Parra ascendió el Everest acompañado de Wolfgang Amadeus Mozart. Porque en sus composiciones pensaba, sobre todo en las que escribió el músico austriaco en su adolescencia. Alfonso decidió alejarse de los problemas de la expedición y prefirió enfrentar a la montaña con los acordes de Amadeus. Músico y alpinista, compositor y amante de los clásicos, De la Parra se soñaba de niño con dos futuros: como director de una filarmónica y en la Punta del Everest, la montaña mágica.

Peligrosa.

En guerra contra la montaña

Andrés Delgado encontró en los días de espera, lo mejor de su aventura. Como el soldado que con paciencia y entereza aguarda la batalla inarribable, este joven esperaba el momento en que el clima le permitiese atacar la cumbre.

"Lo que recuerdo con más gusto, por lo que significó para mí en esta carrera del alpinismo, fue el probarme en la soledad, en el silencio. La temporada de primavera tiene como punto culminante, día ideal por tradición para atacar la cumbre, el diez de mayo. Pero esta vez fue distinto. Día diez, mal clima. Día once... doce... trece, mal clima. Se nos acababa el tiempo. Llegó el 22 y decidí un ataque. Nada. Sabíamos que si el intento no se realizaba antes de 26 ó 27 la expedición fracasaría. Porque los permisos vencen el 30 de mayo y necesitas de cuando menos dos días para bajar. Pero todo ese tiempo, sólo a la espera del instante en que la montaña te permita que asciendas, fue sensacional. Me sentía como aquellos soldados que están esperando el día en que inicia por fin la guerra.

Historias. Sublimes sensaciones.

El mundo a tus pies

El Everest.

Se abre en la E el grueso volumen del Larousse. Sus páginas ofrecen conceptos que bien pueden relacionarse con la montaña. “...Eco, edema, edén, egoísmo, ejemplo, emoción, enemigo, engaño, entrenar, envidia, equilibrio, escalar... ¡Everest!”:

“Everest (monte), la montaña más alta del mundo (8,848 m), en el macizo del Himalaya, en la frontera entre Nepal y el Tíbet. En 1953 el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay consiguieron llegar a la cima por primera vez”.

Tiene el Everest algo de misticismo. Es montaña mágica. O posee un encanto divino. Y si el alpinismo es una expresión más de la creatividad humana, aquellos montañistas que se aventuran a conquistar cualquier altura tienen siempre como anhelo a la más grande y enigmática de las cumbres en este globo tres cuartas partes agua llamado Tierra.

Han debido luchar contra ellos mismos y contra su entorno para ascender con éxito al Himalaya. Nunca ha sido fácil conseguir los avales, los permisos, los papeles que deberían surgir sin problemas de las dependencias deportivas.

Logro que, a pesar del dinero, significa un arduo ejercicio de perseverancia, fuerza, tenacidad y dedicación no apto para todos los habitantes del planeta.

El fin es el mismo: sentirse por segundos el Ser humano más elevado en la Tierra.

Tener el-mundo-a-tus-pies.

Asirse a ese paraíso irrepetible.

* * *

Se acerca Emil Aguad a Alfonso de la Parra.

El atrio de la iglesia es fiesta de saludos, de abrazos. Acaba de casarse el músico-alpinista.

Al oído le habla de sueños compartidos desde la infancia.

--¿Sabes, Alfonso, creo que le vamos diciendo adiós al Everest?, ¿o no?

--Creo que sí... --responde De la Parra.

El matrimonio lo alejaba de La Montaña. Lo sabía.

Pero.

--...Fue algo increíble. Me casé y unas semanas después, cuando la idea del Everest se apagaba, vino a mí Sergio Fitch, un excelente alpinista. Me dijo: 'tengo un permiso para ascender el Everest; no lo voy a utilizar, ¿lo quieres?'

No dudó De la Parra.

Pronto reuniría el dinero y partiría semanas más tarde hacia Kathmandú, puerta de acceso a la fantasía, a la inmensidad.

Su historia inició a los doce años, cuando en el Instituto Cumbres él y Emil trazaban su proyecto de vida: terminar la carrera de música y escalar el Everest.

--Con el tiempo, cada quien logró uno de los objetivos, por separado. El estudió incluso en el extranjero; ha dirigido a la filarmónica de Morelia.

El Everest.

Muchos fantasmas, entre miles de botellas de oxígeno abandonadas en los senderos de ensoñación en la montaña; innumerables leyendas. "El Yeti", por ejemplo, que es una especie de hombre de las nieves al que algunos alpinistas aseguran haber visto. Pero más allá de seres míticos el verdadero reto está no en vencer a la montaña, no en conquistarla, sino en el impostergable enfrentamiento consigo mismos.

--¿Por qué, Alfonso?

El apellido De la Parra no es fácilmente identificable con la conquista del Everest. Carsolio y Torres Nava fueron durante los últimos años los más conocidos.

Alfonso de la Parra se dedica a las expediciones, a la aventura.

Responde:

--Fue muy simple. La gente no me conoce porque, casi recién casado, planeamos el viaje como pareja. Yo subí al Everest, viví mi momento y después nos quedamos a vacacionar unos dos meses por el Tíbet.

No hizo caso de las llamadas hasta Kathmandú.

--­Regrésate! --le decían sus familiares--; todo mundo te está buscando acá. La prensa, la televisión...

Alfonso:

“Allá arriba te sientes con muchísima paz; si te llegara a pasar algo, no importaría. Como cuando los alpinistas se sienten agotados a mitad de la montaña y deciden abandonarse. Estoy seguro de que mueres en paz contigo mismo.

De lo que se otea desde lo alto, dice De la Parra:

--...Puedes ver la curvatura de la tierra y obviamente todos los picos del Himalaya; preciosa cordillera. Observas las diferentes capas, no de atmósferas, pero puedes ver una primera capa a manera de niebla; más arriba unas nubes, más densas. Todo tipo de nubes. Y sobre todo el amanecer: ves cómo la luz penetra por las nubes y cómo se estrella en las diferentes montañas. Eso es algo totalmente angelical. Y el silencio, ¡tremendo!

“Cuando atacaba la cumbre, como a las cinco de la mañana, se había quitado el viento y no había absolutamente nada. Era un silencio casi inexplicable. Salía el sol y empezaba a pintar todo de colores, de tonos diversos; grises, blancos, azules... Tenías ante ti un panorama hermoso, sublime. Irrepetible.

“Del Campamento Cuatro a la punta subes una pared bastante empinada y después llegas a una especie de filo que te comunica prácticamente ya con la cima, donde tú puedes clavar el piolet. Es tan delgado que perfora de un lado de la montaña al otro. Tienes un espacio para poner la huella de tu pie de, a lo mejor 20, 30 centímetros. Quedas totalmente volando por una cara y prácticamente caminas por el filo.

Esta es una de las partes más hermosas que tiene El Everest. Es antes de llegar al Escalón de Hillary. Ya es un enredijo de tantas cuerdas que han puesto ahí. Es cuando te das cuenta de lo frágil, de lo delicada que también es la montaña... Pasas el Escalón y esa sección de la montaña se empieza a ampliar un poco, hasta que llegas a la punta, que es chiquita: ha de tener unos cinco, ocho metros cuadrados. Hay un tripié‚ que dejaron los chinos. Algunos hacen experimentos con él: le ponen celdas fotoeléctricas para probar equipos de telefonía, o una serie de espejos intentando triangular reflejos para medir con más exactitud el tamaño de la montaña...”

“En lo particular siento que no se requiere oxígeno en la montaña --dice Alfonso de la Parra--. Si tienes muy buena preparación no lo necesitas. Yo realmente no lo necesité, de hecho cuando salí a la cumbre me lo habían robado; más adelante pude conseguir uno, llevaba otro de repuesto, se me acabó el que tenía y ya no me tomé la molestia de sacar el otro; escalé la mitad de la cara sin oxígeno: en la punta no lo usé; me sentía perfecto, podía hacer abdominales, lagartijas. Creo que muchísimo tiene que ver tu aclimatación. Hay gente que se muere de fatiga. Te conviertes en una calavera caminando. Yo llevó oxígeno porque siempre he pensado que no tiene caso matar tus neuronas; y como nunca sabes cómo vas a funcionar a esa altura hasta que estás en ella, pues igual puedes regresar ya medio loco con la mitad de las neuronas muertas por falta de oxígeno. Si volviera al Everest no usaría oxígeno.

Sin embargo, dice el músico-alpinista, no regresaría al Everest.

Su nueva meta es otra bella montaña: el Ama Dablang, en Nepal, 6,856 metros.

Fábrica de relatos...

Es 23 de mayo de 1997.

Mexicanos en el Everest.

Había llegado el día. El mal clima impidió temporalmente a los escaladores el ascenso a la cumbre. Hasta que arriesgaron el ataque.

Ya viene de regreso de la cima Andrés Delgado.

Encuentra a su compatriota Hugo Rodríguez en problemas; y le entrega una botella de oxígeno, la única y con la que pensaba realizar su propio descenso.

--¿Por qué, Andrés?

No se inmuta el joven alpinista ahora sentado en el mullido sillón de su departamento en la colonia Del Valle, donde descansan, en un extremo, las chamarras y parte del equipo de montañismo que le acompañó en la odisea.

--...Porque así me educaron.

--¿Tan sencillo?

--Me dije: es mi amigo, hemos escalado juntos en muchas ocasiones. Yo ya hice cumbre y él no. Y en las circunstancias de la montaña aquello era para Hugo el camino más seguro hacia la muerte.

No pensó Andrés en la propia y bajó al siguiente campamento en condiciones extremas.

Ambos se abrazarían más tarde cuando la meta común se había cumplido.

El Everest es blanca caja mágica, fábrica de relatos.

Uno, otro, muchos más:

Solidaridad buscó después Andrés para rescatar a Hugo. Difícil, en tiempos en los que la premisa urgente es el próximo latido de tu corazón.

--Así me educaron --repite--. Con la certeza que la amistad y colaboración son lo primero. Se lo debo a mis padres.

Andrés Delgado viajó hasta el Himalaya en mayo de 1996.

Le acompañaba, entre otros, Héctor Ponce de León.

Tuvo que ser rescatado el joven alpinista: a mucha altura Andrés comenzó a sentirse mal y dejó la montaña con congelamiento en los píes, prometiendo regresar.

Lo hizo.

La montaña no hace concesiones

Mal clima desde principios de mayo a pesar de que diversos grupos de montañistas trataban de, para el día diez, iniciar el último ascenso.

--...A otros la montaña nos dio días inmejorables. Habrá quien diga que no se trata de suerte sino de paciencia, de tener el juicio y la experiencia para decidir el momento adecuado para el ataque final. No lo sé, acaso ambas cosas.

“Mi esfuerzo mental por tratar de cerrar este círculo de vida-muerte-cumbre-montañas es por ahora inútil. Recuerdo una cita del extraordinario montañista inglés Don Whillans: 'Las montañas siempre van a estar ahí, no se van a mover. El chiste es que tú también estés ahí'...”

“La noche del 22 al 23 salí como a las diez y media del Collado Sur --recuerda Andrés Delgado-- acompañado de Ang Tezing Lama, un sherpa sensacional. No sé a qué hora salió Hugo, supongo que más o menos igual que nosotros. Yo iba sin oxígeno, en mi propio rollo, muy concentrado. Como a las tres de la mañana empezó a hacer un frío terrible. Me rebasaron los compañeros de Hugo: Eric y Mark. Pregunté por él y respondieron: 'va adelante'.

“A los 8 mil 400 metros me sentí muy mal. Avanzaba cada vez más lentamente y todos se me adelantaban. Sentí cosas muy raras; perdí un poco la noción de la realidad; me di cuenta de mis limitaciones. Dije: ¡basta! y me puse una botella de oxígeno. Aceleré. Antes necesitaba de hasta 24 respiraciones por cada paso. Así, sólo seis.

“Llegué a la cumbre sur. Ahí estaba el grupo de Adventure Consultans de Dave Breashers, que ya había logrado la cima. Seguí con la idea de que me iba a encontrar con Hugo en algún punto. Pensé que estaría esperándome en la cumbre para tomarse una foto conmigo.

No.

“Llegué a la cima junto con Mark y Eric. Estuve casi una hora allá y nada de Hugo. Hacía mucho viento y frío. Tenzing estaba muy angustiado; me insistió en que ya debíamos bajar. Cruzamos el paso Hillary y al llegar a la cumbre Sur vi a alguien con un traje North Face rojo. Era él. Discutía con un sherpa. Iba hacia la cumbre, me saludó: 'qué‚ gusto verte'. Parecía lúcido. Detrás sólo quedaban cuatro malasios con sus sherpas pues los demás ya habían hecho cumbre.

La discusión era por continuar o no el trayecto. El tanque de oxígeno de Hugo Rodríguez marcaba apenas el 10, o sea, muy poco. Para unos minutos. Su sherpa le alertaba no seguir ascendiendo.

Aquella botella que guardó Andrés para su propio descenso tenía aún el 95 por ciento. Y era su seguro de viajero hacia el Campamento Cuatro.

--En un arrebato pensé "caray, es mi cuate; sin oxígeno no creo que la haga". Le dije: "toma mi botella". Él se me quedó viendo muy fijamente y me dijo que jamás iba a poder pagarme ese gesto; en cuanto tomó el oxígeno nos dimos la vuelta y seguimos cada quien por su camino.

Tenzing, conocedor de lo que implicaba tal acción, no pudo sino decir:

--...¡Eres un estúpido!, ¡Eso no se hace!

* * *

De nada servían a Andrés las cavilaciones en el Campamento Cuatro. Buscó sherpas "frescos" para que subieran por Hugo, quien exhausto y perdido, no volvía; varias expediciones se los negaron. “Vamos a atacar la cumbre”, “los que tenemos están cansados...”, era el pretexto.

Empeoraba el clima. Y había que seguir bajando.

--­Allá, ¡hay alguien allá! --gritó Tenzing.

Era Hugo.

Tras el rescate, y con lesiones que le impedían hacer el regreso solo, Hugo Rodríguez tuvo que ser auxiliado por algunos miembros del grupo de Andrés.

De pronto Hugo cayó en una grieta. Al asomarse le vieron sonreír. Dos canadienses, Jason y Jamie, Tenzing y Andrés tuvieron que sacarlo. El congelamiento de sus manos era enorme pero su rostro indicaba todo lo contrario.

“Hugo se reía --dice Andrés--. Estaba de muy buen humor. Los canadienses lo sacaron mientras nosotros sosteníamos la cuerda. Llegó al base con muy buen espíritu... Y yo era el hombre más feliz del mundo, al verlo a salvo y de buen ánimo”.

Hugo Rodríguez lo recuerda: 22 de mayo de 1997.

En el Campamento Cuatro Hugo tuvo fiebre por la tarde y quería salir esa misma

noche hacia la cima: una infección en la garganta no fue obstáculo, pero el paso pronto disminuyó y llegó tarde a la cumbre.

“Fue ahí el encuentro con Andrés Delgado. Se me había acabado el oxígeno y me cedió el suyo. Eso fue en la Cumbre Sur. Llegué a la cima a las dos de la tarde con doce minutos. Y lo ideal es estar antes del mediodía. El descenso fue tremendo; todo se complicó, no sólo por mis condiciones sino porque había hecho 15 horas en ascenso y tuve una fuerte perdida de energía; no pude tomar líquidos con azúcares sino sólo agua hervida, sin carbohidratos ni electrolitos ni nada. Y perdí la energía.

Quedé exhausto 70 metros bajo la cumbre.

“Horas después me reincorporé. Bajé la arista y al ver que se hacía de noche decidí quedarme a dormir en la montaña. Como no bajé pensaron lo peor. Andrés me explica que sugirió hacer un grupo de rescate. No se pudieron organizar, la gente estaba muy cansada. Un ascenso es muy desgastante, sobre todo en el intento a la cumbre.

Caería Hugo a una grieta. Sonreiría.

--¿Por qué?

--Yo creo que veníamos muy contentos los dos. Yo estaba contento por él. Lo conocí hace dos años y seguí su intento del año pasado. Las situaciones a las que se enfrentó fueron muy difíciles, y ahora que regresó, la verdad su cima es algo merecidísimo porque trabajó muy bien en la montaña. Sacó todo el provecho a su experiencia. Veníamos contentos. Habíamos hecho cumbre, ¡estábamos vivos!,

¡estábamos juntos!... Qué te importa entonces caerte en una grieta. Si finalmente estás asegurado con cuerdas y, además, no es una sensación desagradable.

Del Everest miles de líneas han sido escritas.

De Víctor Ostroswski, las siguientes:

“Después de tantos años de experiencia considero que el pleno éxito de una expedición depende no sólo de su cuidadosa preparación, del material utilizado y de la ejecución, sino también de otro factor fundamental y de primer orden: el sentimiento de amistad que debe unir a los participantes. Es lo que los andinistas llaman con una denominación aparentemente rara: 'la hermandad de la cuerda'..."

Existe, así lo demuestran estos hombres que se cuidan unos a otros.

Son dos voces en el Himalaya y transmiten historias que hablan de agrestes montañas, del Techo-del-Mundo, de férreas voluntades. Dicen al mundo que cada uno en el planeta tiene su propio Everest, que es la vida cotidiana. Y que también hay que escalarlo.

Viven.

Alfonso de la Parra combina las expediciones con lo suyo: hacer música clsica. La escribe, la presenta a un grupo de amigos y esos conciertos se van al baúl de las metas concluidas. Piensa en el Ama Dablang.

Andrés Delgado continúa en la búsqueda de amigos que le acompañen en es su eterna aventura del montañismo y escribe mientras se hacen realidad sus fantasías.

El Himalaya.

Realidad exclusiva de unos cuantos.

Los espontáneos luchadores sociales



Una tarde preguntó López Obrador: ¿Nos quedamos? Y se levantó el mayor campamento de inconformes en la historia del país, justo en el Paseo de la Reforma.

¿Quiénes eran? Ellos. Nosotros. Da igual.

La vida en la tierra de las ilusiones inconclusas, historias de carne y hueso

Pedro Díaz G.

Los cuatro hijos de Catalina Chávez Vázquez se dan sus vueltas por los campamentos cuando acaban de trabajar, cuando vuelven de la escuela o cuando les queda un tiempo libre. Ama de casa, ella ocupa todo su tiempo plantada en una de las carpas que pintan de amarillo la ciudad. Pica ajos y cebollas. Está convencida del fraude, y por eso, a la vez que condimenta el jitomate para dar de comer a sus compañeros, se cuestiona: “¿Si de veras creen que Calderón ganó las elecciones, por qué se oponen al recuento del voto por voto?” A doña Catalina no la cuestionan en casa porque su familia también está convencida. Pide justicia y desea un país de verdadera democracia, “donde se respeten las decisiones de la gente”. Los aromas que de sus manos salen, inundan de compañerismo el ambiente.

La niña que vive en su vientre ya tiene nombre: Simone Montserrat, que desde su casi plena gestación algo percibe de ese ambiente irregular en la ciudad de México. Estela tiene otra hija, Frida Libertad, que a sus 7 años de cuando en cuando le acompaña en el plantón permanente que tiene a su madre en los campamentos. Estela Damián Peralta tiene casi nueve meses de embarazo y no se irá de aquí, asegura, hasta que lleguen los dolores de parto. “Porque hay que educar con el ejemplo” y a Frida le enseña tangiblemente los muchos Méxicos que existen en este país, aboga por el derecho de elegir libremente a sus gobernantes, y se pregunta de qué le serviría estar encerrada todo el día en su departamento “cuando sabes que el país no está nada bien”. Cree en ese halo de misticismo con el que se mira a su líder, Andrés Manuel, quien, dice, como ella está dispuesta a dar la vida por una rebelión pacífica que termine con la desigualdad. Respeta todas las voces. Atiende y analiza, sobre todo, a las más críticas. Estela es diputada electa por el Distrito XI del D. F. y si algo pide, de ambos bandos, es “tolerancia”. Simona Montserrat está por llegar a esta vida. Le espera un mundo convulsionado pero feliz.

Alfredo Hernández llegó por la noche. Convencido, este campesino cuyas tardes ocupa para la siembra del maíz, del frijol y del ajonjolí, se expresa mucho mejor cuando sostiene con ajadas manos la guitarra y de su voz salen todo tipo de sones en lenguas diversas. Vino desde Huautla, en Hidalgo, y asegura que el mensaje de sus ocho hijos para la gente de la ciudad fue una serie de besos que no acaba de repartir. Posee ese encantador brillo en los ojos que presagia el triunfo y su sonrisa se contagia tanto como su música. “Es por el partido y es por la patria”, balbucea en su español casi ininteligible. Es huasteco y dice que no vino por tortas, como le han dicho. “Vine por mis huevos y los de mis ocho hijos”.

Le decían El Gallo de Oro, llegó alguna vez a salir en la tele, ha recibido premios por sus composiciones musicales y se acuerda de las luchas verdaderas, de fuego y sangre, de la izquierda de los años setenta. Se llama Sotero Vázquez, “el amigo de todos”, habla tzotzil, seri, zapoteco, maya y totonaco. Andaba en Zacatlán, Puebla, y sus pasos, que alguna vez lo llevaron a las disqueras CBS y Orfeón, hoy se estacionan en el primer cuadro de la ciudad. Canta, y aunque la voz se desgarra a cada día, su temple lo mantiene en pie de lucha. “No conozco de política –advierte--, pero sé que nos robaron los votos. Y sé que el hombre es inteligente, tiene tecnología, tiene dos manos”… Recuerda cuando alguna vez en la fábrica trabajó contando agujas, “ que son más chiquitas. Cómo no vamos a poder contar los votos”.

Jonathan Alvarado tiene dos pasiones: las Chivas del Guadalajara y el movimiento por un país mejor. De no estar bajo estas mantas todo el día, acompañando a la gente, apoyando en lo que se ofrezca, andaría pidiendo trabajo o vagando en las calles de la delegación Venustiano Carranza, donde vive. “Apoyo la causa porque fue el de Andrés Manuel el discurso que más me convenció, y porque aquí he conocido a gente con muchas ideas. Y sí, estoy seguro de que valdrá la pena, porque no nos vamos a rajar, no nos vamos a ir, no vamos a ceder pues si una idea sobresale entre todas es la certeza de que nos engañaron y de que, juntos, podremos obligarlos a que cuenten cada voto”. Quisiera ser diseñador gráfico, pero dejó la prepa y hasta antes de esta semana pasaba la vida buscando trabajo “o vagando por las calles”.

Hace un año la vida se le escapaba. Corrió cuatro cuadras con la garganta reventada y el borbotón incontenible de sangre. Lo habían asaltado y aunque desarmó a dos de los ladrones pues eso le enseñaron en sus clases de Kombat, el tercero le soltó el disparo a bocajarro antes de huir a bordo de un automóvil. El patrullero al que pidió ayuda sólo movió negativamente la cabeza antes de acelerar y perderse en la penumbra de la colonia Ramos Millán. Juan José Hernández moría pero un taxista, primero, y un practicante en el hospital de la Villa, después, le devolvieron la esperanza. Con dos grandes cicatrices hoy estudia en la Vocacional 5 y junto con sus amigos todos los días viene a apoyar en su grito permanente el voto por voto. “Si Dios me dio otra oportunidad, quiero trascender, cambiar al país. No creo que haya algo mejor que entregar la vida por una causa. Esta es la mía”.

“Debemos luchar por un cambio. AMLO supo gobernar y por eso estoy conciente y convencida. Por eso le doy mi apoyo, por su carisma”. Ella se llama Isabel Hernández y vive en esa zona de Tacubaya en la que una cuadra divide a dos mundos: “En una colonia de cinco cuadritas que se llama Lomas Hidalgo y está atrás del Hospital ABC y del Colegio Americano”. Creció en una casa paterna en la que no se hablaba ni de futbol ni de política, sólo de religión, ahora conoció la lucha social, primero, porque se acercó a una Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (Uprez) y con la autogestión urbana adquirió una vivienda. Y si algo le choca es que le digan naca: “¿Qué, ser pobre es ser naco? ¿Luchar por el derecho a la educación es ser naco?, ¿hacer rebozos, florecitas, enseñar a los niños a hacer manualidad es ser naco? Pues entonces sí, soy una naca feliz por estar aquí”.

José Antonio Cruz carga un portafolio y viste de impecable traje. Es abogado. Firma una de las muchísimas cartulinas que en 8.5 kilómetros mandan su apoyo al candidato de la Coalición. “Toda produce un efecto, y en la reacción lógica a un fraude es la movilización en las calles”. Está convencido de que la gente se cansó de los engaños. “Me toca ver como abogado cómo el sistema no funciona; he visto la desigualdad, me entero de cómo son atrapados los narcotraficantes, los que ostentan el poder, y tras anomalías en el proceso se les deja libres”. Jura que en el ámbito legal muchos de sus compañeros apoyan la nueva causa que pretende modificar las reglas en este país.

“A mí como joven lo que me encabrona es la hipocresía de los otros partidos. Ver a Felipe Calderón me revuelve el estómago. Y nomás oigo las pendejadas que dicen y las únicas ganas que me quedan son de venir a colaborar con los perredistas, porque yo soy independiente y ciento por ciento apoyo al PRD”. Paulina Herrera hace dupla con su padre, que es fotógrafo. Y uno muy bueno, porque en las manos sostiene la fotografía panorámica que a cambio de 100 pesos podría dar fe, en cualquier pared, de que vistos desde lo alto del Zócalo capitalino, son miles los que atienden a su líder en la Tercera Asamblea Informativa. “Estoy aquí porque ya me cansé de que en mi país caigan a la cárcel sólo los más pendejos, pues los verdaderos rateros andan libres, los muy hipócritas”.

Monteserrat Navarro termina sus clases de Ciencias de la Comunicación en la escuela particular que la tiene becada y parte rauda a los campamentos. Y a pesar de que al principio sus compañeros de La Salle la veían con recelo, “poco a poco, con lo que les cuento, con las experiencias que aquí se adquieren y que les llevo hasta la escuela, ya también se están organizando y me piden un espacio para tocar con el grupo de rock, o me dan dinero para que les lleve pulseras en apoyo al movimiento”. Se cuestiona porqué hace 4 años a las 11 de la noche sabíamos que Fox sería el presidente de México, y ahora no salen con esto. El porqué le dicen a Andrés Manuel populista “cuando el personaje más populista que he conocido ha sido el propio Vicente Fox”. En casa, asegura, “nadie se hace cargo de mi abuelita, sólo López Obrador, que cada mes le deposita un dinero…” Y tiene un amigo de la Ibero que incursionó en los medios de comunicación, siguió la campaña del candidato panista y ya está haciendo su tesis, cuyo solo título la anima a continuar en la batalla: “Cómo Calderón perdió las elecciones”.

Antonia Sánchez advierte: “pero publiquen que nadie pospaga por venir a defender nuestro voto. Y si alguien lo asegura, que nos diga dónde, para ir a formarnos….” Antonia tuvo un hijo, pero acaba de morir y le dejó un encargo muy especial: dos nietos. Porque de dignidad los quiere empapar duerme en esta zona tomada por el ejército popular perredista. Ama de casa, “quiero que mis nietos sean libres, que ven que en su país la que manda es la voluntad del pueblo. No le importa estar a tamales y agua si la causa es justa. “Confiamos en López Obrador, estoy con él desde lo del desafuero y estoy dispuesta a no moverme de aquí hasta que las autoridades nos den la respuesta que esperamos”.

Su voz conmueve, paraliza. Obliga a quien la escucha a perder varias horas de su tiempo en el embeleso de un tenor que se regala todos los días a la una de la tarde en el entronque de Madero con Plaza de la Constitución. Su nombre es Alejandro Usigli y cuando concluye su presentación la gente se acerca a estrecharlo. Es hijo del escritor Rodolfo Usigli. Ha sido durante muchos años promotor cultural y aunque sabe no muy bien trazado el proyecto perredista en este sentido, está convencido de que debe ser amarillo. “La cultura ha sido muy marginada en los últimos 25 años, sobre todo en los últimos seis. Y estamos convencidos de que con Andrés Manuel se abrirían los causes para que la cultura no sea elitista y se contagie de pueblo”. Si algo odia es que las instituciones creadas por Vicente Fox no funcionen. “El Instituto Nacional de las Mujeres no ha defendido, no ha levantado un dedo, es más, no se ha pronunciado por la más digna que tenemos: Lydia Cacho. Igualdad, justicia y una mejor calidad de vida, es lo que nos trae hasta acá”.

Navidad en Veracruz


En esa misma ocasión el tema era jarocho, venía diciembre. Había que mandar la información. Es esta. Con mis eternos saludos...



Cantos a La Rama y adiós a El Viejo

  • Bellas tradiciones navideñas arraigadas en el ánimo de la gente
  • La oportunidad de vibrar con una de las fiestas más simbólicas del año
  • Reunión de cantos, aromas y sabores alrededor del Niño Dios

Pedro Díaz G.

Dos de las más arraigadas tradiciones de fin de año en el Estado de Veracruz, son la de la Rama y El Viejo. Festividades que reúnen formas y costumbres con cantos, bailes, la representación teatral y la caracterización de personajes.

Se dice que en las ramas, originadas en la zona rural, convergen elementos indígenas, españoles y afrocubanos. Los indígenas realizaban una festividad que coincidía con las fiestas decembrinas, llevando una rama llamada versúchil, que representaba la renovación de la naturaleza. Ya con influencia española se agregaron piezas musicales al ritmo de panderetas, sonajas y guitarras; los coros, claves y cantos llamados “aguinaldos”, son de origen afrocubano.

Veracruz vibra con las fiestas del ánimo y el espíritu. El 16 de diciembre, al iniciar oficialmente las posadas, comienza también una de las tradiciones que los niños jamás olvidarán: los cánticos nocturnos a la rama, cuyos antecedentes más lejanos se encuentran en la época colonial, cuando los misioneros españoles difundieron el cristianismo utilizando en las festividades religiosas hachones, velas de cera, faroles con armadura de metal o de madera, y que en la Nueva España se sustituyeron con varas de la flor del maguey.

La tradición de la rama fue evolucionando arraigándose en la región del Sotavento, reapareciendo en el Puerto de Veracruz a principios del siglo XX, y en Jalapa durante los años treinta. En Veracruz sólo se veían por las calles las ramas que recibían las familias tlacotalpeñas o alvaradeñas que vivían en el Puerto.

En Alvarado las ramas se hacían sobre la flor del maguey que se da en las arenas de los médanos costeros, y se adornaban con naranjas y limas ahuecadas y con unas ventanitas que dejaban salir la luz de las velas acomodadas en el interior.

También se vestía de luz y color al portal del niño Jesús, con cadenas de papel y tejocotes. El escenario ambulante recorría entonces la población casa por casa, entregando una rama en cada hogar y amenizando el ritual con coplas y villancicos.

En Xalapa la rama, de cualquier árbol, se adorna con dulces, figuras de papel de china, estrellitas plateadas o doradas. Se reúnen varios niños –o adolescentes o adultos- para salir con la rama adornada a cantar de casa en casa canciones relacionadas con el nacimiento de Jesús, acompañados con panderetas, guitarras y sonajas.

La ocasión para cantar

Es en este andar de casa en casa, cuando se solicita el “aguinaldo” en dinero o en especie: guayabas, naranjas, tejocotes, cañas o juguetes, la rama tiene sus versos tradicionales:

“Buenas noches decimos señores,

la rama les viene a cantar;

les viene a cantar sus honores,

¡A ver qué les puede usted dar!

“Naranjas y limas

limas y limones

más linda es la Virgen

que todas las flores.

“En un portalito

de cal y de arena

nació Jesucristo

por la Nochebuena.

“Denme mi aguinaldo

si me lo han de dar

la noche es muy corta

y tenemos que andar”.

(Al terminar estos versos los niños esperan a que el dueño de la casa abra la puerta y les dé el aguinaldo. Al recibirlo, se cantan los versos de despedida):

“Ya se va la rama

muy agradecida

porque en esta casa

fue bien recibida.

(Además de esa letra principal, hay algunas rimas adicionales que se cantan como despedida, y que cambian según los niños que portan la rama reciban o no aguinaldo por parte de los habitantes de la casa visitada):

“Ya se va la rama

con patas de alambre

porque en esta casa

se mueren de hambre”.

Sentido adiós a “El Viejo”

Por lo que se refiere a la tradición de “El Viejo”, los cronistas afirman que nació en el Puerto de Veracruz, junto a la petición del “aguinaldo”, cuando el líder de cargadores de los muelles M. A. Bovril, gestó una protesta el 24 de diciembre de 1875, acompañado por un grupo de jornaleros que molestaban a las familias del rumbo del patio Panamericano, mientras éstas celebraban la fiesta de Nochebuena.

Con latas, cencerros y tapaderas metálicas hicieron un gran escándalo por el barrio, hasta que Bovril fue detenido por la policía y multado con doce pesos. Él formaba parte de una de las modestas cuadrillas de trabajadores de los muelles, que jamás recibían los beneficios de otros empleados, quienes cada diciembre contaban con pequeñas cantidades en efectivo o ropa vieja que desechaban los patrones.

Al siguiente año Bovril repitió la manifestación incrementando los jornaleros, cubanos, jarochos y mulatos, quienes, ante la amenaza del escándalo, lograban recibir de sus patrones alguna botella de licor y alimento. Así, cada año aumentaba el número de jornaleros que se reunía para conseguir aguinaldos por cuenta de los patrones; algunos, aunque escaso, ya lo otorgaban; otros se resistían, pero cedían ante la presión de sus empleados.

La petición de aguinaldos en la Navidad se hizo costumbre pero ya sin violencia, siempre se hacía del trabajador al patrón de manera alegre y graciosa, cantándose algunas coplas.

Otra historia cuenta que la ocurrencia de representar al año viejo surgió de los almanaques japoneses que llegaban a Veracruz. En uno de ellos el personaje que representaba el año viejo tenía un notable parecido con un aguador coreano que vivía por el rumbo de la playa, por lo que sus vecinos tuvieron la ocurrencia de vestirlo como al viejo del almanaque, seguido por un niño que representaba al año nuevo.

El hombre fue paseado por todo el barrio, causando gran alboroto. El éxito fue tal, que para la última noche del año se organizó un grupo con guitarras y güiros, que cantaban algunas coplas recorriendo la barriada.

La costumbre de llevar el viejo para pedir el aguinaldo se generalizó en toda la ciudad durante la última noche del año. Se llevaba al muñeco en una silla y, al compás de la rumba, los niños cantaban un estribillo, por el que recibían dinero y golosinas de los vecinos:

En Los Tuxtlas y en la Cuenca, cuatro días antes de finalizar el año, se sienta frente a las casas al Viejo, un muñeco relleno de papel, trapo y cohetes, que representa el año viejo. Se le viste con pantalón, camisa, zapatos y sombrero raído; se le coloca un letrero que dice “una limosna para este pobre viejo, que ha dejado hijos para el año nuevo”

A la lata para la limosna le acompaña un puro o un cigarro grande elaborado de papel y con cohetes, dentro de la boca. Por las noches los niños lo llevan acostado en una camilla casa por casa, pidiendo la limosna. En algunas ocasiones los acompaña un grupo de jaraneros y bailadores que al son de las jaranas bailan el fandango.

A la medianoche del último día del año, se le prende fuego y debido a los cohetes suele tronar con gran estrépito, causando algarabía y risas en todos los presentes.

Algunas de las coplas del Viejo son:

“Una limosna para este pobre Viejo

que ha dejado hijos,

que ha dejado hijos,

para el año nuevo.

“A don Ferruco

lo llevan a enterrar,

porque los villistas

lo quieren matar.

“Ya se va el Viejo

muriéndose de risa

porque esta noche

lo vuelven ceniza”.

Días de fiesta y tradición

Es diciembre. Ha llegado el tiempo de decorar. Lo mismo los árboles navideños en casa, que las ramas envueltas en adornos y cantos infantiles.

Pero Veracruz es algo más: en Año Nuevo se le ha dado en llamar, a la reunión de veracruzanos, la barra más grande de México. Es decir: el bulevar donde lo mismo se baila el danzón que el mariachi. La calle se llena de la alegría por el Año Nuevo.

La gente se disfraza de viejo, diablo, doctor, bruja y viuda embarazada, y salen a recorrer las calles, acompañados de su comitiva. Llegan a las puertas de las casas entonando un cántico sobre el año que termina, y bailando hasta que a la viuda le da un ataque y el doctor se detiene a examinarla... Aprovechando la distracción, el diablo y la bruja rodean al viejo, y cuando el doctor se da cuenta, el viejo ya está muerto, y entonces empiezan los gritos.

El 31 de diciembre, un "Viejo" hecho de aserrín y viruta, que se sienta en un punto estratégico del pueblo, justo a las 12 de la noche, es quemado en medio de un gran festejo para recibir al Año Nuevo.

Veracruz vibra con sus fiestas decembrinas. Cantos y sabores de temporada. Recuerdos imborrables. Emociones que van de la mano de la espiritualidad. No pierdas la oportunidad, vívelo: vibra con nosotros.

Navidad en Veracruz, arraigo, risas y tradición.

* * * * *

*Con información de:

Cruz Velázquez, Romeo y García Martínez, Ariel. “Las ramas” y “El Viejo”, en Fiestas Populares en Veracruz, Instituto Veracruzano de Cultura, Serie Tradiciones, Veracruz, México, 1998.

28.11.07

La emotiva Navidad en Tabasco


Alguna vez por cuestiones de publicidad me puse a teclear esto.
Mmm. Es casi diciembre; no tan fuera de lugar.
Visitemos Tabasco.


---

Miles de luces de colores inundan el espíritu navideño de todo el estado y la esperanza se renueva entre cánticos y alegría

Pedro Díaz G.

El mestizaje y las costumbres ancestrales han convertido a Tabasco en una región especialmente folklórica. Viajar al estado en diciembre es una experiencia única: es celebrar el nacimiento de Dios como si hubiera nacido ahí y crecido con ellos. Es saborear sus exquisitos chanchamitos y escuchar la música de los tamborileros, es sentir el frío de invierno y la humedad del trópico, es mirar las formas y los colores de los vestidos bordados que se pierden entre el verde del follaje.

Las emociones navideñas en Tabasco, México, se comienzan a vivir desde mediados de noviembre, cuando los tabasqueños se entregan al rito de las festividades e inician la compra de adornos que transforman no sólo las casas, sino la fisonomía de todo el estado.

Conforme se acerca la Navidad, las tiendas se surten de arbolitos, esferas, detalles navideños para el hogar; los vendedores salen a las calles con sus productos y surge por doquier la venta de nacimientos, con su sinfín de figuras y personajes.

Es época de agradables sentimientos, provocadora de felicidad o de nostalgia; sin duda, una de las fechas más importantes para tomar conciencia y reflexionar de nuestros actos a lo largo del año para mejorar al siguiente.

En Tabasco en noviembre se congrega toda la familia para aportar cada uno su toque personal al arreglo, ya sea en la colocación de un adorno, sobre todo en el árbol, o incluyendo algún personaje en el nacimiento. La tradición dicta de igual forma preparar el chocolate y tener listo el pan para agasajar a los presentes.

En esta reunión también se afinan detalles de las fiestas que vendrán, como las Posadas, la cena de Navidad y de año nuevo. Al iniciar diciembre se celebra una serie de festividades que comienzan con las preposadas, que inician el día 16 de diciembre y finalizan antes de la medianoche del día 24.

Se invita a familiares y amigos, se entonan cánticos que narran el encuentro de la Virgen María y San José con los dueños de las posadas, quienes les negaban cobijo, pero al identificarlos como los progenitores del Mesías, les brindan posada. En estas fiestas se degusta una variedad de bebidas típicas como el ponche de frutas, el chocolate caliente y el atole.

También se cuelga una piñata que los invitados rompen con un palo y a menudo con los ojos vendados. Simboliza los siete pecados capitales, ya que originalmente era una estrella de siete puntas, aunque hasta la fecha existen de las más variadas figuras.

Diciembre y sus fiestas son también motivo para conocer una cultura rica en tradiciones ancestrales. Visitar Tabasco es sin duda una excelente opción para experimentar unas vacaciones llenas de alegría y cultura.


Y comienza la fiesta...


Desde el primer día de diciembre, Villahermosa, como otras ciudades del estado, se convierte en escenario de diversos eventos alusivos a las fiestas navideñas. En las calles se siente este espíritu y todo se mueve entorno al Niño Jesús.

Se espera ya la activación del alumbrado público navideño, con más de 300 mil foquitos colocados en cientos de figuras que adornan Villahermosa durante todo el mes, además de los casi 30 nacimientos que se instalan en puntos estratégicos de la ciudad, a la espera de la simbólica llegada del Hijo de Dios.

No solamente en las casas, en las calles y los edificios Tabasco se llena de luz y color. Villahermosa se viste de fiesta para esperar a cientos de visitantes que llegan para ser testigos de tan esperado evento.

Otro de los lugares donde se acostumbra celebrar el comienzo de las fiestas es el parque Manuel Maestre, donde miles de luces multicolores adornan el monumental árbol de Navidad de 21 metros de altura.

Opciones turístico-culturales de Tabasco

Es la puerta hacia el mundo maya, cuna de la cultura olmeca, madre de Mesoamérica. Y como a los tabasqueños se les llama cariñosamente chocos, ¡qué tal en Villahermosa un paseo por el chocobús!, que brinda un interesante recorrido turístico por la ciudad en un par de horas.

Conozca el Parque-Museo La Venta, único en su género, que en un ambiente de selva exhibe las monumentales cabezas olmecas y los majestuosos altares de basalto, piezas representativas de la antigua civilización; todo, enclavado en la asombrosamente cosmopolita Villahermosa.

Desde el chocobús podrá admirar los majestuosos nacimientos que el gobierno, empresas privadas y las familias instalan por toda la ciudad. No se pierde esta tradición del siglo antepasado: montar un pesebre con figuras representativas del nacimiento de Jesús.

Es todo un arte la realización de los nacimientos: grupos de artesanos se entregan desde varios meses atrás para lucir su trabajo una sola vez al año. Visten a los personajes con ropa y ornamentos típicos de cada entidad. Hay familias famosas por sus montajes, como la don Ángel Gil Hermida, en Villahermosa, o la familia Trujillo, a lado del parque Hidalgo, también en la ciudad capital.

Durante la cena del 24 los tabasqueños se esmeran en preparar los mejores platillos. La riqueza de su gastronomía les ofrece una gran variedad de opciones, haciendo de la víspera de Navidad un acontecimiento digno de recordarse todo el año.

A pesar de que en la cena de Navidad se ha universalizado el consumo del pavo, aquí, en Tabasco, puede saborear delicias culinarias como camarones con coco, mojarra frita, empanadas de queso con azúcar, podrá deleitarse con la carne salada con chaya, los mejores ostiones de México, los camarones en verde, el puerco salado en hojas de yagua, los tamales de frijol negro con hojas de hierba santa, el pejelagarto —considerado “el eslabón perdido” entre un reptil y un pez— asado en salsa verde, el pescado en hojas tiernas de momo, el tepezcuintle curtido en hojas de naranja agria envuelta en hojas de plátano, la tortuga en su sangre y otros exquisitos platillos regionales para deleitar y satisfacer los gustos más exigentes.

Gastronomía, cultura, belleza, espíritu navideño y mucho más. Todo esto hace de Tabasco uno de los mejores destinos para pasar unas vacaciones decembrinas llenas de tradición y entretenimiento.

27.11.07

La patita va al siquiatra


Ha sido una de las charlas más enriquecedoras de los últimos tiempos; al menos para mí.
Gracias, Sylvia, gracias, don Jorge.
Banderilla es un sitio para volver. Una y otra, y otra vez.
Y de la mano de estas historias... Uf.


La sola mención de su nombre, Jorge Saldaña, remite a una buena parte de la población a evocaciones de una televisión inteligente; de aquellos tiempos: Sopa de letras, Sábados, Desayunos... Larga trayectoria la de este crítico nato que a los 76 años se presenta más prolífico que nunca: este mismo año ha editado un libro: porjoder.com, produjo un disco de parodias y, este 24 de noviembre el Teatro de la Ciudad le recibe con un estudio sicoanalítico de Francisco Gabilondo Soler, a través de su legado musical: ¿Por qué uno de los cochinitos quería tener “500 pasteles nomás para él”?

Por Pedro Díaz G. / Enviado

pedrodiazg@eme-equis.com.mx

* Texto sin editar.


Banderilla, Veracruz.— A un lado del número 89 de la calle Juárez, una vereda sube, en medio de las casas típicas de esta hermosa parte de Jalapa, llamada también la Atenas de América, hacia la casa de Jorge Saldaña.

Acogedora construcción a dos aguas con terminados en madera; cuadros y fotografías que remiten a sus padres; el pórtico como pequeña oficina, y junto a la sala un pequeño estudio de grabación.

“Pasen, bienvenidos”, se escucha.

Locutor desde los años sesenta, periodista dedicado sobre todo a la radio y la televisión, el hombre de 76 años recibe a eme-equis. Inicia entonces el reencuentro con quien sedujo a varias generaciones de padres, ávidos por enriquecer la cultura de sus niños, a quienes nos ponían a ver todo el sábado por la mañana los programas que durante más de 30 años nos brindó ese singular cronista de los tiempos modernos.

De muchos temas habla en esta charla: de su relación con el poder: “pésima”, de su ex patrón y amigo Emilio Azcárraga Milmo: “encantador o temible”; del XX como el siglo perdido para la democracia en México; de la burda intención de Telesistema y el Ejército mexicano de engañar a los televidentes con una explicación “absurda” de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en 1968; de sus autoexilios en París “sobreviviendo como cantante de cabaretuchos”; de cómo se ha convertido en uno de los hombres más desechados por los medios electrónicos, de su libro porjoder.com, y, sorpréndase, del espectáculo que presentará el 24 de noviembre en el Teatro de la Ciudad, de nombre: La patita va al mercado con rebozo de bolitas, un estudio sicoanalítico del “critico social de primerísima categoría” que fue Cri-Cri. Ya lo suponíamos.

Relajado, tan lúcido como siempre, abandona cerca de la cocina el bastón que desde hace algunos años le ayuda a mantener el paso. El comedor en la terraza posterior, nos recibe. Hojea dos ejemplares de eme-equis. E iniciamos lo que podría llamarse: Jorge Saldaña en ocho estampas.

Primera, analizando a un grillo cantor:

--Crecimos Con Sopa de letras, con Sábados con Saldaña, recordamos los Desayunos del 13 ¿Cuántos años ha estado usted en la televisión?

--Fueron 15, luego 22 y aquí ya llevo tres años en la Televisión de Veracruz, donde ahora me toleran. Tengo un programa de tres horas todos los sábados y, la verdad, me divierto mucho.

--¿Y la idea de analizar a Cri-Cri?

--Surgió. A mí siempre me ha gustado cantar y hacer canciones. Y entonces, poco a poco, desde que teníamos la Casa de la Nostalgia en México, me gustaba cantar. Hice mi primer disco, a algunas personas les gustaba y poco a poco fui cantando las canciones que me gustan sin ninguna otra intención.

--Cantante... Una faceta poco conocida.

--En París, para sobrevivir, yo canté en los cabaretuchos. Y ahí también grabé un disco de canciones de la Revolución Mexicana. Esto debe haber sido en 1955. Yo nací en 31, tendría unos 23 años.

--Pero, ¿Cri-Cri?

--Siempre he tenido la idea de cantar las canciones con las cuales siento una cierta similitud patológica. Es decir: a mí me encantan las canciones que tienen un gran sentido de frustración, o de elitismo, o de tanatofilia, amor a la muerte; o necrofilia. Y lo de Cri-Cri surgió un poco en broma y platicando con los cuates, y con el sicoanalista José Antonio Lara Peinado, a quien le dije, a ver: ¿qué era la Patita?, ¿por qué va contonéandose al mercado? ¿A quién quería conquistar? ¿Dónde está su marido? En los Tres Cochinitos el espíritu político que fluye en aquel que quería 500 pasteles, es decir, propiedades, nomás para él.

--Son frases que quizás pasan inadvertidas.

--Y el descubrimiento fundamental es que Cri-Cri era un crítico social de primerísima categoría. Él no podía criticar, porque era una hechura de Telesistema Mexicano, hoy Televisa. Él denunció el racismo en las canciones de los negros que querían ser blancos. Él tiene cuentos en contra de los publicistas, siendo que Telesistema era una institución que nació y proliferó gracias a los publicistas. Por ejemplo los Tres Cochinitos, obviamente son patologías gubernamentales: el edifico, el frustrado, el que no logra nada porque se cayó de la cama y se puso a llorar, y el que quería todo para él, que es la patología más constante en un político.

Estampa dos: ¿don Jorge, dónde andaba?

--A nivel nacional, por lo menos, ha pasado algún tiempo sin haberlo visto. Pero continúa tan actual y actualizado como siempre. Prueba de ello sea acaso el disco de doce parodias surgidas de boleros tradicionales y que hablan del México 2007. ¿Dónde andaba?

--Sucede que en México las nuevas generaciones no le conocen. Pero a la gente de cierta edad el simple nombre de Jorge Saldaña le remite a evocaciones, a reminiscencias, a otros tiempos.

--En México lo que no está presentado, auspiciado y acariciado por Televisa, no existe. Y entonces yo tengo muchísimo orgullo y vanidad personal en que en la medida de mis posibilidades, y a mi edad, puedo trabajar, la gente va a verme. El otro día fui a Tulancingo y aquello estaba repleto de gente que oye lo que digo en los programas y entonces, vaya, me considera, digámoslo así, y asiste. Evidentemente no soy un cantante, no es esa mi finalidad; ni tener una buena voz, que no la tengo, pero sí presentar algo modesto, sencillo, y que la canción tenga algo qué decir.

Jorge Saldaña nació en Jalapa por cuestiones hospitalarias, pero su crianza fue en Banderilla. Esta casa donde hoy conversamos, cuyos arcos de madera, detalles de objetos olvidados, pintura, arte y letras, hace algunas décadas era la mitad. Se ha ido agrandando. Nació Jorge Saldaña en este pueblo y aquí se educó (“bueno, corrijo: me deformé”) con la rocola.

Toda población que se precie tenía una cantina y una rocola. Y sonaba fuerte, como suele ser el criterio de la gente de pueblo, y se escuchaba en todo el pueblo. “Y yo me subía a aquel cerro y se oían hermosísimas las canciones de Daniel Santos, de Pedro Flores. Era muy, muy bello”.

--Qué diría a quien no lo ha visto en tanto tiempo. Yo mismo pensé que había sido vetado por la televisión.

--Admitido a carta cabal nunca lo fui, desde que estaba joven aquí en Jalapa, prácticamente me sacaron: los compañeros dijeron que harían una huelga si yo continuaba trabajando. O sea que no era el patrón, eran tus mismos compañeros. Yo fui un personaje que transitaba entre la postura contraria al criterio mercantil o empresarial, que podría perjudicar a un concesionario de radio y televisión, pero tampoco era bien visto por el mismo sindicato.

La última vez lo corrió Rogerio Azcárraga, porque presentó la entrada de Cuauhtémoc Cárdenas a la regencia de México.

Pero eso es otra estampa.

La número tres: transoceánica despedida del trabajo.

Vivía Jorge Saldaña en Francia; una vez más. La ciudad lux era el refugio de su voz, desde allá lanzaba ironías y críticas al poder en un programa de radio. Que lo cuente él. Narra:

“Debo decir que me exilié cuando el Canal 13 fue vendido a los Salinas y una de las condiciones en el traspaso fue que los programas que yo conducía salieran del aire. Anatomías, Sopa de letras, Nostalgia, Desayunos del 13, La casa de los muchachos y otros más

“Pronto logré ser contratado, como siempre, de palabra, por Rogelio Azcárraga para Radio Fórmula, y así comencé a transmitir por teléfono desde allá.

“Cuauhtémoc Cárdenas había triunfado y era el elegido para gobernar el Distrito Federal. Esa mañana hacía su entrada triunfal al Zócalo y millares de mexicanos esperanzados se aprestaban recibirlo y aclamarlo. Finalmente la ciudad de México sería gobernada por un pensamiento alternativo, el PRI había sido derrotado. El PAN no existía.

“Había yo concertado con mi querida amiga que a la hora de entrar al Zócalo Cuauhtémoc, me narrara por celular, lo que ella veía, lo hizo muy bien sin ser locutora y se escuchó claramente la ovación cuyo sonido llegó por el celular a París y retachó vía telefónica a mi programa que en México era recibido por Antonio Escobar y transmitido por Radio Fórmula.

“Ya para terminar el improvisado reportaje me dice Antonio.

--Quiere don Rogerio que cortemos la transmisión.

“No hubo poder humano que convenciera a Rogerio Azcárraga para que la restableciera, como tampoco hubo poder humano para impedir que me expulsara de su estación.

“Es el mismo Rogerio que ahora en la Cámara de Senadores se rasga las vestiduras por los atentados a la libertad de expresión.

“¿No le da pena don Rogerio? Acuérdese que a pesar de ser amigos, usted con ruindad me corrió, sólo por haber tenido la osadía de presentar algunos sonidos de un acto democrático que usted no toleró. ¿Con qué cara ahora se ostenta como defensor de la libertad de expresión?

“Le demandé y le gané el pleito. Ya le digo, pues a ellos nunca les he gustado. Y eso que éramos amigos. Imagínese. Y fue ahí a declarar y todo. Y me tuvo que pagar algo, no sé, no creo que se haya quedado pobre. Pero esa fue la última vez que me corrieron. Pero la lista es larga...

Estampa cuatro: París mon amour

Partió Jorge Saldaña a París en 1989. Pero no era la primera vez. Desde joven esa ciudad fue su refugio.

--Sí, me fui a París en 1953. A qué, a nada... Me fui becado por el Instituto de Cultura Hispánica de Francisco Franco y esa beca, que era de periodismo, pues yo era un novel periodista aquí en Jalapa, no sirvió pues fui a estudiar periodismo a un lugar donde no creían en la libertad de expresión, y entonces se convirtió en una decepción para mí, y entonces quizás por eso me incentivé del lado contrario. Estuve un año en España y partí a París, y luego venía a México y si estaba aquí quería ir allá, y viceversa.

Así pasaría la vida este hombre, trovador, melancólico, bohemio. Años sesenta y la música latinoamericana se establecía en París: Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Los Paraguayos... Fue Jorge Saldaña el primero en interpretar La Bamba en la ciudad lux; Brigitte Bardot grabaría el tema y se realizaría la película años más tarde.

--En París, ¿tenía departamento?

--No, vivía en hoteluchos, que es como se debe vivir en París. Bueno, la vida en París, en mi caso, era muy agradable, porque en el tiempo que estuve trabajé como locutor de la Unesco, productor de programas de radio, en Radio Latina, y siempre tenía como refugio ir a cantar en las noches en los cabarets, en donde me pagaban, y bien.

--¿Escribía?

--No, versos que se me ocurrían así nada más, no de una manera periódica.

--Porque muchos escritores se fueron a refugiar a la orilla del Sena.

--Claro, ahí conocí al viejo Nicolás Guillén, un cubano con el que platicábamos entre copas. Ahí estaba Cortázar, el de Rayuela. No lo conocí más que de lejos. Y en la casa de México, lo recuerdo tan bien, vivían Cuauhtémoc Cárdenas, Emilio Muñoz Ledo y Manuel Bartlett, cuando eran estudiantes.

--París mon amour...

--Hasta que me encontré con Emilio Azcárraga Milmo y lo decepcioné porque él pensó que yo iba a ser un colaborador fiel a sus ideas. Y yo era muy su amigo, lo apreciaba mucho. Él era un hombre de un temperamento muy controversial, era bueno hasta la exageración, cuando estaba de buen humor, y temible cuando se enojaba. Yo conocí los dos Emilios. El bondadoso y amistoso, cuando quería, y el temible. El temible.

Quinta estampa: no es la pobreza la que desnuda a los hombres

Contesta Jorge Saldaña un par de llamadas, firma cheques, evoca, vuelve a la plática, nos obsequia un par de libros, porjoder.com y Léxico, creo en ti, y regresamos de Banderilla con un disco de parodias bajo el brazo.

--¿Cómo fue su relación con el poder?

--Pésima. El libro porjoder.com tiene como principal incentivo, es decir, la palanca patológica, es la dificultad de aceptar el poder. O de una manera muy pretenciosa de mi parte, denunciar, revelar o encontrar la podredumbre del poder, no podredumbre, sino las características del poder. Un buen día le dije a una colaboradora, vamos a Acapulco, te voy a dictar. Y como en cuatro o cinco días hice la mayor parte de los aforismos o dichos o dicharachos que tiene el libro.

“El primer aforismo que me gustó, con el que inicio, dice: no es la pobreza la que desnuda a los hombres. Es el poder. A debida cuenta de que usted no conoce a nadie sino hasta que tenga poder. En la pobreza, en la mediocridad, usted puede encontrar un amigo, pero si se hace poderoso ahí es donde efectivamente se revela todo lo que trae dentro. Y eso es una realidad incontestable. Nosotros no sabíamos quién era Fox. Era un grandote simpático que hablaba con dicharachos de campo, pero nunca pensamos que era la, iba yo a decir alimaña, pero no... Sí, casi todo viene relacionado a un reproche por el mal uso del poder”.

--Pero ha sido la historia de México de todos los sexenios.

Frase mágica: Jorge Saldaña cavila, desmenuza y atreve:

--Nosotros, los mexicanos, tenemos la posibilidad de decepcionarnos cada seis años, para olvidarlo poco después y volvernos a decepcionar al cabo de otros seis años. Es decir, nuestra ilusión, así como hay ciclos primaverales y en cada primavera reverdece, en nosotros los mexicanos hay ciclos sexenales y cada seis años reverdece nuestra esperanza para tres meses después volvernos a decepcionar.

--Y no importa de los colores de los que se hable.

--No importa. Pues hemos sufrido decepciones de toda índole, desde cuando estaba Ávila Camacho que al poco tiempo se supo que estaba muy presente en torno a los crímenes de su gobierno. Los crímenes y los robos. Finalmente es la insaciabilidad del poder. Yo creo que de niños tuvieron muchas carencias, o les faltó tanto cariño, tanto papá o tanto amor que en realidad digo ¿cómo se pueden guardar despensas y no entregarlas al que se está muriendo ahogado?

--No tienen ni diez centavos de moral.

--Ni diez centavos. El siglo pasado fue un siglo perdido para la democracia. Diez años de Porfirio Díaz, la Revolución y la post Revolución, que fue una rebatinga lamentablemente cruenta, y 70 años de PRI... Santiago Creel me rebatió: dijo que no era cierto, pero históricamente el balance nos da como resulta que no hubo democracia. Y por lo que se ve tampoco ahora.

“La democracia es lo que menos conviene al capital. En México vivimos por un empresariado. Mire, aquí yo hago una prueba terriblemente concreta: una cajota enorme de papas cuesta 20 pesos en Perote, a 20 kilómetros. Veinte pesos la caja. En Mega, cuestan diez pesos 8 papas, es decir: 16 papas valen lo mismo que unas 400 ó 500 papas que tiene una caja que pesa 35 kilos. Vale 10 veces más y el sembrador de papa está toda la vida jodido y sus mismas papas valen mil veces más en un supermercado. Dinero que no gana el productor.

“Y llámele Tratado de Libre Comercio, o lo que sea, pero eso no es gobernar. Para mí eso es un fracaso de la economía, cómo va a ser que quien lo vende gane el 80 o el 90 por ciento del producto.

--No va de acuerdo a un equilibrio social.

--No, en lo absoluto. Y se trata de que no haya.

--¿El sistema mexicano es sui generis, es algo de verdad muy extraño el torno al resto de la aldea global, al mundo entero?

--Puede ser sui generis, como usted dice, pero más brutal. Porque el mexicano está educado por la televisión a ser paciente. La pasividad del mexicano es inmensa. Para que un mexicano reaccione, se agrupe y proteste, cuesta muchísimo. Los guerrilleros mexicanos son un hermosísimo y paciente grupo ideológico, con una educación extraordinaria. Sus protestas pueden ser en la Unesco, en la ONU, en el Vaticano.

Estampa número seis: las responsabilidades del pasado.

Es mediados de 1968: el movimiento estudiantil ebulle, las manifestaciones se multiplican y el silencio en los medios es absoluto. Cuenta Saldaña que para su programa, Anatomías, sugirió a Azcárraga Vidaurrreta un programa de debate con 30 personajes claves en la historia. Sería un espacio para escuchar a los estudiantes. “Es necesario que la gente sepa lo que está sucediendo”. Pero no. El dueño de la señal “salió corriendo con la pretendida lista de invitados a gobernación. Y volvió diciendo: se va a hacer, pero no con los que tú digas, sino con los siete que nosotros escogimos”. Evidentemente el programa no tuvo la fuerza que el periodista anhelaba.

Pero lo peor surgiría después: una vez cometida la matanza, y eso que revela el libro de Jacinto Rodríguez Munguía, La Otra Guerra Secreta: que la televisora y el gobierno pretendían hacer un guión para “explicar a la gente” lo que “realmente” había sucedido, lo confirma Saldaña desde esta finca hospitalaria:

“Me exigían que hiciera un programa en donde, con maquetas, un general explicaría a los televidentes cómo el ejército mexicano defendió a los estudiantes de francotiradores comunistas”.

--Qué versión.

--Absurda. Nadie la creería. Y me negué. Sí se realizó el programa, lo hizo un conductor que empezaba su carrera y la verdad es que quedó muy burdo, muy mal y no pasó al aire. Aquel conductor volvió a Monterrey después de esta experiencia y yo nunca volví a saber de él.

Obvio: felices días al otro lado del Atlántico.

Estampa siete: el temible bondadoso.

Dos de Emilio Azcárraga Milmo. La buena.

--Con el chico, alguna vez le dijimos: “Fíjese que nos invitaron a Alemania a un congreso de televisión a Emilio Larrosa y a mí, y ya tenemos todo y nomás queríamos que lo supieras y que 15 días vamos a estar por allá”.

--No. Qué congreso ni qué la madre –respondió--. Van nomás a dar lástima, se van a ir sin dinero. Van a decir que en México son pordioseros y no. A ver, que les den cinco mil dólares a cada uno para su pinche viaje y sáquense de aquí. Uf. Cinco mil dólares, en aquel momento estaba de buenas.

Y la mala:

“Cuando presenté a Vicente Lombardo Toledano, lo llevé sin avisarle a nadie. Y Emilio estaba en una comida, le avisaron, pues se bloquearon los teléfonos de felicitaciones, porque Lombardo habló muy bien del papa. “A ver. Quiero una explicación, me dijo. Estaba encolerizado. Y respondí: esto se puede reproducir en todo el mundo. Y le repetía mis argumentos: que telesistema había quedado muy bien porque mostraba una libertad de expresión. Y dijo: a ver quién quedó bien. Pues quedamos bien todos. Quedas bien tú como propietario, queda bien la televisión, quedo bien yo. Y queda bien el programa.

--Y Lombardo, ¿cómo queda?

--Pues también queda bien.

--Ya ves, grandísimo pendejo. Aquí no nos interesa que Lombardo quede bien. Un desgraciado comunista no puede quedar bien en nuestra estación. Sácate. Y me fui, me fui, una vez más, tres o cuatro meses a París.

Última estampa: un triste mérito:

Jorge Saldaña reclama "el triste mérito de tener el mayor número de despidos, censuras y cortes a programas de radio y televisión". Y enumera: "Por presentar a Lombardo Toledano, a la muerte de Juan XXIII; por Anatomía de la píldora anticonceptiva (sacado del aire); por cantar canciones al Che Guevara; por no hacer programa especial de Tlatelolco; por Anatomía de la Moral Antigua y Moderna; por criticar el género de la telenovela, a petición de artistas; por...

Y ahora, las parodias. Canciones populares a las que les pone una letra política: Camelia la Tejana, Si nos dejan. El Ratón Ratero. Y Cri-Cri.

¿Por qué uno de los cochinitos quería 500 pasteles nomás para él?